Perturba con su aleteo
el orden de las ideas estancadas en el polvo.
para recibirle a la ventana,
afuera está helando.
Son cerca de la una y el bullicio es tal
que se escucha un telar de ocho patas
acompañando mi trasnocho.
me provoca una sutil compasión.
Es hora de que me vaya sin hacer ruido.
Libero el espacio de mi ventana
dejando pródigamente abiertas las cortinas
y una cama a medio tender.
Recuerdo verla aterrizar en mi cajita de memorias
Y sentir que sus patas anémicas
Profanaban la celda de mis veranos.
clavada y seca de lo que pude evaporar
hasta desagotar todo en la quema.
Provocando el cuchicheo de fotografías
Sacadas de los rincones de mi armario
Donde murió quien por azar desenterró mi recuerdo.
mientras el humo impregna la habitación
y la llama se apodera del contenido.
Pero tú estás tiesa, petrificada y algo parpadeante.
con todo y su absurdo sentido literal.
el color amaderado de tu compañía,
la edad del pulso de tu corazón,
el sangrado amargo,
tus cicatrices al viento camufladas
Cansado se seguir extrañando lo que la llama extingue
intoxicado, mareado, ahogando con la humareda tu recuerdo.